Semblanza del H. José Ballesteros Redondo SJ

No fue el coronavirus. Los males que aquejaban a Pepe, según sus propias palabras, eran crecidos: hernia cervical, tres operaciones de columna, cuatro vértebras punteadas, fibrosis pulmonar, necesidad de oxígeno, mala circulación, roturas de fémur y cadera, soplo en el corazón, hernia esofágica, artritis de hombros y brazos, un linfoma…

Dos muertes le habían golpeado en el último año: el hijo y el marido de su hermana. Al sobrino, de 36 años, un tumor se lo llevó. Éste solía frecuentar la comunidad, compartiendo mesa, hasta meses antes del desenlace. José le quería. La muerte de su cuñado, un mes atrás, le golpeó reabriendo heridas. El dolor de su hermana lo somatizaba también él. Pepe no pudo asistir a ninguno de los funerales. Allí estuvimos el H. Valle y un servidor, en El Manzano, un pueblo al noroeste de la capital charra, cercano a la raya con Portugal.

El H. Ballesteros había nacido en Peralejos de Abajo, cerca de Vitigudino. Era hombre que amaba y conocía la vida rural. Había trabajado, y duro, en el campo charro al que se sentía muy vinculado. Sabía mucho de encinas, de la dehesa y de ganados. Lo había vivido y trabajado con su familia. Ejerció los oficios de pastor, de podador, de leñador… Sus años juveniles, viviendo esta realidad, marcaron su personalidad con una mirada nostálgica para todo lo relacionado con la naturaleza. Lo mismo montaba un pequeño palomar en la terraza del colegio menor de Zamora, que, con compañeros queridos, Carrera, Dalmiro… se echaba la escopeta al hombro y pasaba la tarde de caza por el campo. Y como buen cazador, después, esa tarde, daba para muchas conversaciones agradables. Al narrarlas, adornando y exagerando peripecias y valentías, que siempre terminaban en grandes risotadas.

Seguir leyendo la semblanza en este enlace: 2020 16 Necrológica del H. José Ballesteros SJ