
Semblanza del P. Ángel Muñoz Buitrago
Agradezco la sugerencia del P. Superior, Tomás, de tener unas palabras en este momento de acción de gracias de la eucaristía. Creo que comprendéis bien que no es fácil para alguien que ha sido Maestro de Novicios hablar en el funeral de uno de sus novicios. Debería ser al revés…pero estos son los misterios de Dios, los caminos, la santa pero misteriosa voluntad de Dios. Del Dueño de la vida y de la muerte. Lo que Ángel en estos meses de enfermedad repetía tanto, y con frecuencia con las mismas palabras del P. Arrupe.
Chiqui que estuvo con él hace unos quince días, me decía ayer, que hablaron un largo rato de la vida y de la muerte…y añadía “Angel era un hombre de fe…”
Ciertamente, esta es una buena definición de Angel: una fe recia y austera en sus manifestaciones. Una fe que le hizo siempre disponible para la misión, para la entrega a los demás, en los diversos encargos apostólicos que le encomendaron …Una fe que se acrisoló en estos meses de enfermedad, confiado y abandonado en las manos del Señor. Con deseos de vivir, ¡cómo no!, pero a la vez, en las manos de Dios…Esta fe le fortaleció para vivir este camino hacia la muerte, como quiere San Ignacio: “Como en la vida toda, así también en la muerte y mucho más, los de la Compañía deben procurar que Dios sea servido, los próximos edificados…” Pero cómo, “con el ejemplo de su paciencia y fortaleza, con fe viva, esperanza y amor de los bienes eternos…” En la esperanza a la que hemos sido llamados. La que Angel esperó y acogió dolorido y abandonado en los brazos del Señor de la vida resucitada.
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