Semblanza del H. Gregorio Bello González
Impresiona ver 74 años de vida en la Compañía, dichos con una sola palabra: cocinero. Y todavía falta en la lista la mención de un destino, de cocinero también, y especialmente importante en su vida. Lo contaba muchas veces. No está en el catálogo porque ocurrió entre la edición de un número y otro, el año 1951. Estuvo destinado de aprendiz de cocinero en la Universidad de Comillas, Santander. Fue, o mejor, iba a ser su maestro otro famoso cocinero de la Provincia, el H. Santos. Estuvo con él seis meses. Cuando el H. Bello le dijo que lo destinaban a Salamanca, le respondió:
–¡Pero si sólo has aprendido a pelar patatas!
La extraña frecuencia con la que el H. Gregorio contaba esta historia tenía detrás un son de queja. El H. Gregorio tenía conciencia de que nunca le habían enseñado. Para todos era un misterio la exquisitez de su trabajo. Estando de cocinero en nuestra residencia de Santiago de Compostela (1953-1971) pasó por allí el P. General, Pedro Arrupe, bajó a la cocina y lo destinó a cocinar para la curia romana.
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