Semblanza del P. Luis de Diego Chóliz

Un hombre entregado a la formación espiritual de los jesuitas; seriamente responsable de la misión que los Superiores de la Compañía de Jesús le iban encargando a lo largo de su vida, en tierras hispanoamericanas más de cuarenta años; un sabio conocedor del motivo por el que San Ignacio y sus Compañeros optaron por ser ordenados presbíteros en los tiempos cruciales de la Iglesia.

Su estancia final, en España (Salamanca, Zaragoza y Loyola - Guipúzcoa) supuso para Luis una prueba detrás de otra; había vuelto de muy lejos y se veía obligado a bregar para reencontrar comunidades religiosas que pedían un guía para realizar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. 

En sus últimos años de vida en este Planeta los amigos y familiares notábamos en Luis un punto de sequedad en el trato. La enfermedad le tocó de lleno. Los médicos optaron por intervenir en su cuerpo: él nos dio muestras de gran serenidad en medio del dolor.

Quien había sido Maestro de Novicios jesuitas e Instructor en la Tercera Probación (jesuitas maduros que renuevan el Mes de Ejercicios y su conocimiento de las Constituciones) se vio envuelto en un ambiente en el que, a pesar de estar cerca de la familia en Zaragoza y de recibir un cuidado excelente por parte de los cuidadores de la Comunidad de jesuitas, no lograba recuperar su bienestar.

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