
75 años de Compañía de José María Díaz Moreno y Jorge de la Cueva
El pasado sábado día 14 tuvimos en Alcalá una Eucaristía a las 12,15, para celebrar los 75 años de Compañía de los PP. Díaz Moreno y Jorge de la Cueva. Fue en la Capilla grande. Los dos, sentados en el presbiterio, concelebraron con el P. Superior, el consiliario de la Congregación de la Asunción, un profesor de Comillas y el P. José Luis Sánchez-Girón, más los padres de casa Miguel Ángel Tocino, Blas de la Rosa, Espinosa, Llauger y Luis Tomás Sánchez del Río. Las lecturas las tuvieron los familiares y las peticiones el H. Ministro. El teólogo Antonio Bohórquez dirigió los cantos, cuyas letras nos repartieron a los asistentes. Además de la comunidad, participaron más de un centenar de seglares, amigos y algunos familiares. Los del P. Jorge se fueron porque tenían niños pequeños. Ocho del P. Dimo le acompañaron en la comida comunitaria.
El P. Superior, Rafael Mateos, en la homilía, se hizo eco de los sentimientos de los dos homenajeados, que eran de acción de gracias a Dios por la llamada, por esta vocación recibida cuando aún no habían cumplido los 18 años. Agradecimiento también a la Compañía por todo lo que han recibido de ella en estos 75 años. Lo mismo a los familiares por los valores cristinos que les transmitieron. Por su parte, la comunidad les agradecía su vida espiritual, el trabajo apostólico realizado y por habernos transferido la fe y amor con su vida y testimonio. Al ser la fiesta litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz, citó el comienzo de la Fórmula del Instituto: “…ser soldado para Dios bajo el estandarte de la Cruz”. Bajo este estandarte han vivido durante estos 75 años y quieren seguir viviendo”.
Recordó al P. Andrés Tornos que también cumplía este año los 75 años de Compañía y se fue al cielo el 24 de julio, y concluyó recordando, en memoria del P. Dimo, a la Virgen Coronada, patrona de Villafranca, a la Virgen de la Asunción, por la Congregación del P. Jorge, y a la del Sagrado Corazón, del Noviciado de Aranjuez, para que siga poniéndonos a todos con Jesús. La liturgia concluyó con el canto de la Salve Regina.