Publicado: Viernes, 10 Enero 2020

Loyola nuestra casa. Loiola gure etxea

He vuelto por unos días a Loyola porque necesitaba saber cómo se encontraba mi antiguo noviciado, mi casa de trabajo durante 17 años y mi futura enfermería.

Hace años sufrí oyendo algunos comentarios desagradables sobre la enfermeria de Loyola. Me preocupaba también el santuario con nuestra falta de vocaciones, y el envejecimientos de los que sobrevivimos. He pasado una semana en Loyola y me he llevado una gran sorpresa. Me han dicho que en el Centro de espiritualidad en un año ha habido 21.000 pernoctaciones. Y he visto el espléndido nuevo salón con unas 300 localidades, sus cabinas de traducción simultánea, pantallas gigantes y screaming. He asistido a la eucaristía siempre participada y comentada en la gran basílica, en la capilla de la conversión o en la del Beato H. Garate. He visto numerosos devotos rezando y cantando con entusiasmo en los numerosos actos litúrgicos. Y como siempre he disfrutado con el excepcional órgano Cavaillé-Coll gracias a una gran organista titulada. Me he encontrado con una numerosa comunidad muy acogedora y con unos estupendos servicios de comedor. He dado unos largos paseos por el gran jardín y me he detenido en el cementerio situado en un precioso rincón perfectamente cuidado en todos sus detalles. He visitado el gran caserío y museo rural del Beato Garate. No he podido visitar el hospital de la Magdalena en Azpeitia. Me he entretenido conversando con los cerca de 30 ancianos y enfermos, muchos de ellos coetáneos míos de la espléndida enfermeria. Me he encontrado con unos empleados muy amables, y auténticos profesionales sanitarios. Y me ha llamado la atención el bienestar y la satisfacción de ancianos y enfermos. Pienso que nuestros superiores actuales de la provincia de España se han propuesto mantener dignamente, y desarrollar todo el conjunto de las obras de Loyola. Ha crecido la comunidad y son numerosos los jesuitas que procedentes de los más apartados rincones de España ocupan los cargos más estratégicos y significativos con una ejemplar dedicación y amabilidad. En fin, Loyola va adelante, se prepara para el próximo centenario, funciona cada vez mejor, ofrece una magnífica acogida y resplandece en toda su belleza. Por todo ello puedo decir con sano orgullo, como jesuita, Loyola nuestra casa. Loiola gure etxea.

Ignacio Arregui S.J.

ver +