Publicado: Lunes, 22 Febrero 2021

Un tiempo para valorar lo pequeño y cotidiano y para cuidarnos entre nosotros

 

En este tiempo largo de pandemia que estamos viviendo, los ocho compañeros jesuitas que pertenecemos a la comunidad S. Ignacio de Oviedo damos gracias a Dios porque todos nos encontramos bien y no ha habido dificultades especiales tanto en el curso pasado como en lo que llevamos de éste.

Los meses duros del confinamiento (marzo-mayo del año pasado) procuramos no salir ninguno a la calle. Únicamente el Ministro de la comunidad salía para hacer las compras necesarias. Las dos personas que trabajan con nosotros se quedaron en sus casas, así que la comunidad se hizo cargo de las tareas de limpieza y preparación de comidas. Bajo la buena organización del Ministro, volvimos, en cierto modo, a la distribución de tareas domésticas (casi como en el noviciado). Nos ayudó a valorar el servicio en lo pequeño y cotidiano.

El triduo de Semana Santa lo celebramos en la capilla de la comunidad. No con menos devoción.

A comienzos del verano, en el tiempo en que se inició la desescalada, pudimos vivir un mes de julio relativamente normal, en el que los maestrillos participaron en la experiencia “Servir juntos Verano”.

Tras el comienzo del nuevo curso, hemos podido seguir trabajando de modo presencial en los centros educativos. La Iglesia del Sagrado Corazón ha continuado dando su servicio en Eucaristías y confesiones, con el aforo reducido. Hemos procurado cuidar la limpieza y ventilación de la misma. No obstante, a causa del aumento de los casos del covid, a partir de octubre hubo que cerrar el Centro Loyola a reuniones de grupo. Afortunadamente, hemos continuado ofreciendo los itinerarios para la experiencia de Dios y las reuniones de universitarios, a través de medios telemáticos.

A mediados del mes de diciembre, pudimos tener el retiro intercomunitario de adviento con la comunidad de Natahoyo en Gijón. Adoptamos las medidas necesarias, comiendo en dos mesas diferentes según la comunidad a la que perteneciéramos.

En varios momentos, ha habido algunos compañeros confinados en el cuarto temporalmente (por haber sido contactos estrechos de personas que habían dado positivo en el PCR). Afortunadamente, en todos los casos no hubo contagio.

Por eso, podemos dar gracias a Dios de que no hayamos sido afectados por el coronavirus. Hemos procurado tomar las precauciones necesarias, pensando sobre todo en los compañeros de más edad de la comunidad. Por ello, hemos restringido las visitas de personas de fuera a comer, e incluso ante huéspedes hemos tenido que adoptar ciertas medidas.

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