
La tamborrada en Loyola
¿Por qué no organizar una tamborrada en la enfermería de Loyola? La pregunta pronto tuvo respuesta y muy efectiva, por cierto. Esa ha sido una de los aspectos más positivos: la colaboración y el apoyo por parte del personal de dentro y fuera de la enfermería. De tal manera que ese período previo de preparación (elaboración de gorros, tambores, bandera, palos, pegatinas, música, etc.) con todo lo que supone de relacionarnos y apoyarnos, ha sido parte del éxito. De esta manera, una preparación tan compartida alimentó la expectativa ilusionada y la participación masiva del día de la fiesta.
Celebramos la tamborrada en la sala de proyecciones, ayudados por la proyección de imágenes sonoras y sosteniendo sobre las rodillas tablas de madera a manera de tambor, tal como puede apreciarse en la imagen.
El acto dio comienzo con una presentación de Paco Monteserín SJ, situando la celebración en el contexto de las tamborradas de Donosti y Azpeitia (auténtico signo de identidad de la ciudadanía de estas localidades). Todo el pueblo se pone en marcha. Asociaciones y centros de enseñanza ensayan durante semanas. El tiempo se para y lo ocupa únicamente todo lo relativo a la preparación: los trajes, los ensayos de la gran fiesta, las cenas en las sociedades… Un magnífico espectáculo en el que participa gran parte de la ciudadanía. Desgraciadamente este es ya el segundo año en que se suprime por razón de la pandemia…
Paco quiso situar también la tamborrada de la enfermería, dentro del más auténtico sello de identidad cristiana, desde aquellas primeras comunidades, cuando todos los creyentes vivían unidos y felices y compartían su alegría y sus bienes, y contagiaban a todos, y sus corazones latían repicando alegría.
Desde entonces, todo lo que es vivir las tradiciones de un pueblo con corazón festivo, compartiendo sana alegría, es vivir el espíritu del Evangelio.