Publicado: Sábado, 11 Junio 2022

Manu Santamaría SJ, testimonio de vocación

Seguimos con los testimonios de los jesuitas que se ordenan sacerdotes este verano.

MANUEL SANTAMARÍA SJ

-Pinceladas biográficas:  

Hola, soy Manu Santamaría. Desde pequeño conocí a los jesuitas al ir al colegio del Recuerdo de Madrid. El ejemplo de mis hermanos cuando volvían renovados de retiros espirituales, del camino de Santiago, o de grupos como la Comunidad Francisco Javier, me hizo interesarme por participar también activamente en la pastoral. Allí fui encontrando una manera de mirar la vida con más sentido, al acercarme más al Evangelio, compartiéndolo con otros.

Tras entrar en el año 2011 en el noviciado, como jesuita he seguido un itinerario de formación similar a los compañeros de ordenación. Lo diferente han sido el Magisterio y la licencia de Teología. Hice el Magisterio en Oviedo trabajando en el Colegio San Ignacio y en el Centro Loyola, colaborando también en el Hogar San José de Gijón. Actualmente estoy haciendo la licencia en espiritualidad, profundizando en el acompañamiento, en Berkeley.

-¿Dónde sitúas el origen de tu vocación o algo que destacar sobre la misma?

El terreno fértil para la vocación lo creó el contexto que he explicado de fe en la familia, colegio y comunidad. Ese marco favorable creó un interés y una búsqueda en mí. Y la síntesis de mi vocación estuvo en el encuentro con Dios en los ejercicios espirituales. Muchas veces me habían predicado del amor de Dios, pero se había quedado en ideas. En los ejercicios sentí que no sólo era verdad, sino que además la incondicionalidad de su misericordia me llenaba de vida y de sentido. Esa experiencia me cambió y fue ordenándome, queriendo responder a ella. Durante un tiempo me planteé si canalizarlo a través de una ONG, en la cooperación internacional. Pero diferentes señales me hicieron darme cuenta de que me movía algo más hondo y me llamaba a responder a ese amor con todo mi ser y a llevarlo a otros, canalizándolo como jesuita.

-¿Cómo valoras tu trayectoria como jesuita?

He ido aprendiendo a poner más la atención en Dios y a discernir mejor. Porque, cuando Él no ha sido el centro y el mal espíritu ha utilizado inseguridades, miedos, heridas o deseos no ordenados, entonces es cuando he estado confundido y la vocación se ha tambaleado. Para aprender a poner el foco en Dios y vivir desde esa experiencia han sido claves cuidar más la oración y los compañeros que me han acompañado espiritualmente. A ellos les estoy muy agradecido.

Como ocurre en un matrimonio, la vocación funciona si hay una relación de amor, en este caso con Dios. Y esta, sustentada en una confianza, transparencia, respeto, cariño y aceptación, con Dios y con los compañeros jesuitas y de misión. Ha habido algunas desilusiones y malentendidos con algunas personas. Pero en este tiempo he ido encontrando muchos compañeros, jesuitas y laicos, con los que vivir así esta vocación.

-A las puertas de tu ordenación sacerdotal ¿qué sentimientos predominan? ¿qué intuiciones? ¿Qué es para ti el sacerdocio? ¿y el sacerdote del siglo XXI cómo debe ser?

Considero que el sacerdocio es la llamada, la gracia y la responsabilidad de intentar ser reflejos de Jesucristo para otros. Para ayudar a las personas a encontrarse con Dios en su vida, a través de los sacramentos. Por lo cual, es necesario intentar ser menos, para dejar al Señor actuar a través de uno.

Creo que el sacerdote del siglo XXI debe tener puesta la atención en Dios y en su Pueblo, en su situación y necesidades espirituales, reales y existenciales. Por este motivo, debemos tener una profunda experiencia del misterio y a la vez vivir con la actitud de buscar a Dios en cada realidad, en cada uno, en vez de predefinir cómo y en dónde está. Por ello, quiero cuidar en mi vida la espiritualidad, para ser contemplativo en la acción. Como nos dijo Adolfo Nicolás “necesitamos tener la capacidad de convertirnos nosotros mismos en silencio, en vacío, en un espacio abierto que la Palabra de Dios pueda llenar y el Espíritu de Dios pueda inflamar para bien de otros y de la Iglesia.” (Documento De Statu S.J. Nairobi. 2012). Y a la vez abiertos y a la escucha de la realidad de las personas porque en ella, de alguna manera “Dios está presente y activo en cada comunidad humana, incluso si no somos capaces de notar cómo o la profundidad de su presencia” (Ponencia del padre Nicolás en el Sínodo sobre la Nueva Evangelización. 2012). Por esta razón, es necesaria una actitud de escucha, de los signos de los tiempos y de cada persona en su realidad concreta. Y desde ahí poder ejercer el sacerdocio en una fidelidad creativa.

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