Publicado: Jueves, 16 Junio 2022

El padre Benito Santos, cura obrero, recibe en Vigo un cálido homenaje de la HOAC

El salón de actos del colegio Apóstol Santiago de Vigo se llenó de amigos de Benito Santos sj para rendirle un cálido y emotivo homenaje por su vida entregada como cura obrero. La iniciativa partió de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) a la que pertenece desde su llegada a Vigo, a inicios de los 70. Compañeros de organización, hermanos jesuitas, profesores del colegio Apóstol, amigos, gente vinculada con emigración venezolana, jóvenes… todo el mundo quiso estar con Benito en un momento tan especial. Destacó también la presencia del obispo de Tui-Vigo, don Luis Quinteiro Fiuza, quietan también quiso estar al lado de este jesuita sencillo, humilde, trabajador y tan querido por todos y al que calificó como un “hombre único”.

Luis Calvo, compañero de la HOAC y extrabajador de Citroën, abrió el acto presentando el libro “Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo”, que se acaba de editar con motivo del 75º aniversario de la HOAC. Alabó la figura del homenajeado y recordó que en dicha publicación se recogen experiencias de personas cristianas comprometidas con el mundo del trabajo y con la clase obrera. “Gente que, como el padre Benito, compartió la vida, los bienes y el compromiso”. Y repasó las dimensiones claves de esta organización obrera cristiana: la comunitaria, la eclesial, la social, la política, la sindical y la formativa.

Otro compañero de Benito Santos en su época en los astilleros, Guillermo Fontán, recordó sus luchas en aquella época, liderando movilizaciones sindicales, y en su semblanza alabó su “enorme dimensión humana” y enfatizó que “nos hacen falta muchos Benitos, miles de Benitos”.

Óscar Lomba, secretario de la organización “Fernando Hoyos de ayuda a Venezuela”, que puso en marcha y que preside el padre Benito, destacó de él “su empatía, inteligencia emocional, su capacidad de comunicación asertiva, su gigantesca generosidad y su compromiso con los más necesitados”.

Otro amigo, muy vinculado con la cultura gallega, Quico Domínguez, recordó sus compromisos galleguistas y como junto al recordado padre Seixas, luchó por la liturgia en gallego y animó grupos de reflexión sobre el cristianismo actual. Y finalizó diciendo que “Benito es uno de los rostros de Dios en la tierra”.

Loli Rodríguez, amiga personal del homenajeado, recitó un par de versos y la coral Voces Graves de Vigo realizó un par de actuaciones para finalizar interpretando el himno gallego al término del acto.

Benito Santos, sensiblemente emocionado, y tras recibir varios regalos conmemorativos, fue quien cerró el turno de intervenciones agradeciendo a todos el cariño que estaba recibiendo. Recordó que ya, “desde muy pequeño, sentí el problema social como algo muy prioritario en mi vida”. Y finalizó, propio de su personalidad sencilla, discreta y humilde, diciendo: “Considero que estas alabanzas son excesivas, pero muchas gracias por vuestras presencia en este acto”.

El padre Benito Santos nació en la parroquia de Corvillón (Cambados) el 26 de febrero de 1939, cuando la Guerra Civil llegaba a su fin. Hijo de agricultores, es el tercero de cuatro hermanos. Con 12 años entró en el internado del colegio que la Compañía de Jesús tenía en Camposancos (A Guarda). Y ahí su vida cambiaría ya que comenzaría su vocación jesuita. Noviciado en Salamanca, y estudios en Comillas y Madrid. Pronto comenzó su vocación obrera. Durante dos veranos fue minero en Asturias y durante su etapa en Madrid, mientras estudiaba Teología, trabajó en la construcción. Ya desde esos momentos luchando contras las injusticias laborales y defendiendo siempre los derechos de los trabajadores.

Entró en la Compañía de Jesús en septiembre de 1957 y el 28 de junio de 1969 se ordenó sacerdote en Vigo, ciudad en la que sigue viviendo desde entonces. Ahí, en la década de los 70, conoció de primera mano la lucha obrera durante su etapa como soldador en el astillero Ascón, en una de las épocas más conflictivas del sector naval vigués. Años después, consiguió una plaza de celador en el hospital Xeral de Vigo y más tarde de enfermero. Ahí estuvo 21 años hasta su jubilación. La mayor parte del tiempo vivió en comunidades pequeñas en el barrio de Teis. Desde hace un tiempo, en la comunidad jesuita del colegio Apóstol Santiago.

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