Nador, una misión en la frontera
El jesuita Alvar Sánchez, residente en Nador, publicaba esta entrada en el blog de CVX sobre las tareas que realizan los jesuitas de su comunidad y la realidad con la que se encuentran a diario:
"En el Mediterráneo occidental, entre Marruecos y España, se halla una tierra de encuentro, en la que cohabitan varias culturas (europea, magrebí y subsahariana), diversas lenguas (árabe, francés, rifeño y español) y diferentes religiones (musulmanes, cristianos y judíos). En este rico y diverso lugar se vive una realidad dramática. La Frontera Sur de Europa occidental, donde confluyen las rutas migratorias del oeste y norte de África, es una herida abierta en la que personas de África, Oriente Medio y Asia ponen en riesgo sus vidas.
Cerca del enclave español de Melilla, en la ciudad marroquí de Nador, una comunidad de jesuitas de la Provincia SJ de España participa en la misión de la Delegación Diocesana de Migraciones (DDM) del arzobispado de Tánger. La DDM es una organización de la Iglesia católica al servicio de las personas más vulnerables, que ofrece ayuda humanitaria como respuesta a la situación de vulnerabilidad que sufre la población en tránsito.
“Promovemos la solidaridad con la población de riesgo, sea cual sea su nacionalidad, origen, creencias o género y trabajamos por la protección de las personas y el respeto a sus derechos. Intentamos cuidar la acogida y la escucha personal y comunitaria para restablecer la integridad emocional y cubrir las necesidades básicas de las personas desplazadas. Además, ofrecemos a las personas migrantes y refugiadas acompañamiento y orientación hacia las estructuras administrativas, educativas y sanitarias. También ofrecemos ayuda de emergencia ante situaciones de crisis humanitaria”.
El voluntariado y las nuevas narrativas sobre la migración
Esta comunidad de jesuitas considera la promoción y el acompañamiento del voluntariado como una parte esencial de su misión en Marruecos. Sabemos que el lenguaje es el vehículo del pensamiento y que, a medida que elaboramos nuestro lenguaje y discurso, vamos creando nuestro pensamiento. El lenguaje y el pensamiento compartidos configuran la conciencia colectiva. Y sobre la base de esta conciencia colectiva construimos nuestra visión de la realidad.
En este sentido, las narrativas a las que nos vemos expuestos tienen el poder de motivar una comprensión de la movilidad humana bien como una amenaza o como una oportunidad. La construcción de una nueva narrativa es una responsabilidad mientras haya otros que tomen la palabra con discursos que deshumanizan a las personas.
“Estamos convencidos de que la juventud puede proponer a nuestras sociedades una nueva narrativa sobre la realidad migratoria. Ver y escuchar a las personas que deciden dejar su país, acompañar su fragilidad, conocer a través de ellas los contextos de conflicto y la injusta distribución de los recursos, así como la falta de educación y las causas que la provocan, nos cambia la mirada. Algunas misiones nos acercan a la herida del mundo y a la manera de revelarse del Amor de Dios, que escogió encarnarse en una familia desplazada de condición muy humilde. Este misterio de Amor nos invita a acoger el sufrimiento de las víctimas como “lugar” desde el que descubrir la realidad y nos ayuda a entender mejor quiénes somos y para qué estamos aquí.”
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