La comunidad Beato Luc Dochier pasa de Nador a El Aiún.
Aprovechando el nombramiento del nuevo vice-superior y el cambio de Nador a El Aiún, Pep Buades SJ nos explica el cambio, sus motivos y la nueva situación.
El Beato Luc Dochier, mártir, fue el médico de Tibhirine: ¡un trapense patrón de un cœtus jesuita! La vocación más honda de la Compañía en el lado africano de la Frontera Sur española está ligada a la vida y a la salud de las personas migrantes en tránsito.
Nador ha sido el lugar de implantación comunitaria durante unos diez años: si toda la costa mediterránea marroquí era lugar de embarque hacia las costas andaluzas, desde Nador trataban de entrar en Melilla. Hubo años de gran afluencia de migrantes: sirios y otros árabes que permanecían en la ciudad, así como subsaharianos que se mantenían en los montes. Como Compañía, colaboramos en la creación de la Delegación Diocesana de Migraciones en la zona oriental de la archidiócesis de Tánger, también en el centro de formación profesional Baraka, en la parroquia… Fue una bonita labor eclesial con otras comunidades de vida consagrada y de seglares. La generosa implicación de Entreculturas-Alboan, del Secretariado de Misiones, de Manos Unidas y de Caritas redimensionó los equipos y la intervención, consolidando también la colaboración con el IUEM-Comillas y la Universidad Loyola. La presencia en Nador tenía sus contrapartes en Melilla (oficina del SJM) y Almería, (comunidad San José María Rubio, de la que dependía canónicamente): expresión del engarce entre las fronteras exteriores y las fronteras invisibles.
La reactivación de la “ruta canaria” o “ruta atlántica” en 2020 abrió el campo de mirada. La DDM destacó un equipo en El Aaiún, que asumió la Prefectura Apostólica del Sahara al constituir su Cáritas. Simultáneamente, la fundación ECCA Social potenció su implicación en el campo de las migraciones tanto en Canarias como en Senegal y Mauritania. En 2022 se modificó el mapa migratorio: el paso por la frontera de Beni Enzar (Nador-Melilla) se volvió muy selectivo, siendo inaccesible para magrebíes y otros árabes, la valla de Melilla se volvió inexpugnable, mientras que las fuerzas de seguridad marroquíes se emplearon a fondo para que no hubiera apenas migrantes subsaharianos en los alrededores. El SJM cerró su oficina de Melilla, donde entran poquísimos migrantes, casi todos marroquíes, a la vez que consolidó su presencia en la frontera interior de Almería.
Todas esas circunstancias movieron a la Compañía a desplazar la comunidad a El Aaiún, al menos mientras sea un lugar relevante en la ruta migratoria con condiciones suficientes para acompañar y servir. La importancia de la “ruta atlántica” y la proximidad de Canarias aconsejaron depender de la comunidad San Ignacio de Las Palmas, pasando a la Plataforma Suroccidental. La Compañía sigue participando en el acompañamiento, servicio y defensa eclesiales de migrantes en ambos lados de la frontera. El proyecto aprobado por el provincial barajaba la posibilidad de mantener una presencia comunitaria en Nador, pero somos tres los jesuitas destinados, y los 1.600 Km entre ambas ciudades vuelve inviable una mínima vida comunitaria. Cerrar una presencia intensa y fructífera de algo más de diez años resulta doloroso para quien participó en una misión tan bella, así como para el entorno eclesial. Es importante cuidar la relación, estar disponibles para acompañar desde la distancia, poniendo los recursos de la Compañía al servicio de las comunidades e instituciones dejadas en Nador. Pero también es tiempo de asentar la comunidad en El Aaiún, en las dos regiones en las que se extiende la Prefectura Apostólica del Sahara, de estrechar lazos con la comunidad matriz de Las Palmas, con ECCA Social y todo el núcleo de Canarias. Es tiempo de seguir adelante, ahora, desde El Aaiún.