«Contemplar el rostro del Jesús sufriente a través de los millones de personas víctimas de la pandemia»
Michael Ochieng' Otieno SJ nació en Siaya (Kenya) en 1980 y entró en la Compañía de Jesús en el Noviciado de Arusha (Tanzania) en 2007. Para entonces era ya licenciado en Biología y Química, y posteriormente su formación como jesuita le llevó a Zimbabwe (Filosofía) y de regreso a Kenya (el "magisterio"); más adelante realizó un Máster en Bioquímica y Biología Molecular en Georgtown University (Washington DC, EEUU); y los estudios de Teología, primero en Kenya y luego en la Universidad Pontificia Comillas, en Madrid, donde además curso un Máster de Bioética.
Es uno de los cuatro jesuitas que el 11 de julio recibirá la ordenación sacerdotal de manos del cardenal arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro.
Cuéntanos cómo descubriste tu vocación a la Compañía…
Al terminar la enseñanza secundaria, la vocación sacerdotal se me manifestaba como un fuego que ardía en mi corazón. Mi mayor deseo era ser misionero. Por eso, acudí al promotor de vocaciones de los Misioneros de la Consolata. A la vez, en este periodo había recibido también la carta de admisión a la Universidad Kenyatta de Nairobi. Frente a mí se presentaba un dilema: tenía que elegir entre hacerme sacerdote o comenzar los estudios en la universidad. Tras haber consultado con mi familia, así como con mi párroco, opté por la vía universitaria y me matriculé en la carrera de biológica y química.
En el segundo curso de mis estudios universitarios descubrí a los jesuitas a través del capellán de la universidad, Padre Lance Nadeau (sacerdote de Maryknol). Él me invitó a tomar parte de una reunión convocada para los candidatos a la Compañía de Jesús y que fue presidida por el difunto P. Sean O’Connor. Este jesuita irlandés y promotor de vocaciones a la Compañía en la época me impresionó por su humildad y sencillez. A través de su dirección espiritual mensual, fui conociendo cada vez más a los jesuitas.
¿Qué significa para ti el sacerdocio?
Voy a ser ordenado sacerdote en un momento crucial, en el que el mundo está sumido en tantas incertidumbres y cansancio que puede llegar a ser muy complejo ejercer el ministerio sacerdotal. En este momento, la unción que voy a recibir adquiere una especial importancia, porque considero que debe estar destinada a servir a personas especialmente frágiles: los pobres, los prisioneros, los enfermos, los oprimidos y los solitarios. Por lo tanto, con el ministerio sacerdotal, integrando en él mi formación científica específica, creo que estoy llamado a experimentar el poder y la eficacia redentora de mi propia unción: llegar a las "afueras", a lugares donde hay sufrimiento, derramamiento de sangre y sed del Dios del mundo. Espero que al celebrar los sacramentos con el pueblo de Dios cargue sobre mis hombros a las personas confiadas a mi cuidado y grabar sus nombres en mi corazón.
¿Qué aprendizajes te deja lo vivido durante estos últimos meses?
Como jesuita, la pandemia me ha hecho valorar el significado del sufrimiento. Me vienen constantemente a la mente los indecibles padecimientos y dolores que ha causado y sigue causando en todo el mundo el coronavirus, así como la generosidad de todos esos héroes anónimos (médicos, voluntarios, religiosas, sacerdotes, trabajadores de tiendas, etc.) que están cumpliendo con su deber, incluso con el sacrificio de sus vidas, para que la sociedad pueda seguir funcionando. Esta experiencia me hace contemplar el rostro del Jesús sufriente a través de los millones de personas víctimas de la pandemia, y dirige mi oración a sentirme solidario con todos aquellos que han perdido a sus seres queridos.
Finalmente, la pandemia me ha enseñado a apreciar la gracia de la libertad interior. Por mucho que haya soñado con ordenarme en Kenya acompañado por mis familiares y amigos de infancia, estoy asumiendo que mi entrada en el cuerpo presbiteral se va a producir en el marco de la nueva normalidad. Me he dado cuenta de que no me voy a sentir solo después de todo. Mis hermanos jesuitas y mis amigos que viven en España forman parte de esta familia que me ayudará a celebrar este importante acontecimiento de mi vida.