
Cierre de comunidades
La provincia de España sigue adelante con el proceso de reestructuración de las comunidades que se emprendió con la unión de provincias. La disminución del número total de jesuitas, las nuevas formas de implicación pastoral en las obras, y la necesidad de dedicar menos gente a puestos de gobierno, animan a continuar este proceso hasta tener el mapa definitivo dentro de unos años. Durante este verano habrá cuatro cambios reseñables en la provincia. Algunos ya se han ido anunciando durante los últimos meses.
La unificación de las comunidades en Asturias, que implica el cierre de la comunidad del Natahoyo (Gijón) para fusionarla con la comunidad de Oviedo, dejando una única comunidad en la Plataforma de Asturias ya se comunicó el pasado 4 de abril. Algunos de los jesuitas que están ahora en Gijón han sido destinados a otros lugares de la provincia, y en el caso de algunos de los más mayores, ya toca el cuidado en enfermerías. Otros pasarán a vivir en Oviedo, y desde allí seguirán atendiendo la misión de la Compañía de Jesús en las instituciones de Gijón.
También se anunció el pasado diciembre el cierre de la comunidad del colegio San José en Valladolid, con una situación parecida. Varios de los jesuitas que actualmente viven allí pasarán a vivir en la residencia de Ruiz Hernández, y otros son destinados a distintos lugares de la provincia. En algunos casos a cuidar de su salud, y en otros a nuevas misiones y apoyo en otras plataformas.
En Madrid se cerrará este verano la comunidad de Alberto Aguilera. En este caso, si bien es una comunidad donde la mayoría de sus miembros están activos e implicados en la Universidad, se ha visto la conveniencia de ir preparando el futuro reduciendo el número de las comunidades existentes en la ciudad, y reforzando las presencias tanto en casas de formación como en otras comunidades apostólicas.
Y el último cambio, recientemente comunicado a los jesuitas de la ciudad, es el cierre de la comunidad de Montesión, en Palma de Mallorca. En este caso convergen varios motivos. Por una parte, la necesidad de que varios de los jesuitas de la comunidad (que en la actualidad es la de mayor media de edad de la provincia) puedan estar más cuidados en enfermerías que la provincia tiene para nuestros mayores. También se constata que ya en los últimos años la atención pastoral a las obras de la SJ en Mallorca se lleva más con los laicos y con el apoyo desde la Plataforma. Todo ello hace que se vea necesario el cierre de la comunidad en este momento.
Confiamos en que todos estos cambios, siempre dolorosos por lo que suponen de cerrar historias que han sido fecundas y para muchos llenas de vida y recuerdos, sean también señal de una Compañía que se adapta con libertad, disponibilidad y la confianza en que Dios nos llevará a donde quiere.