Publicado: Sábado, 05 Febrero 2022

Ocho nuevos diáconos imitando al Jesús sencillo, cercano a los pobres y servidor de la casa común

 “Cada uno de los ordenandos tiene su particular historia de vida y vocación, pero en todos ha culminado esta llamada común de Dios, quien les dará la gracia de ser servidores de su Palabra, de la Mesa, y de los más necesitados.” Con estas palabras de bienvenida daba comienzo la ordenación diaconal de ocho compañeros jesuitas, dos de ellos de la provincia de España, José Castillo y Joan Morera y los otros seis, Leonargo Angius, Savio Jude, Paulus Hastra Kurdani, Antranik Kurukian, Cristiano Laino, Michael Manalastas de países tan distantes como Líbano, EE.UU, Italia, India e Indonesia.

La ceremonia, con todas las medidas de seguridad y con un aforo reducido, se ha celebrado este sábado 5 de febrero en la parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga. Y ha sido el cardenal arzobispo de Madrid, Don Carlos Osoro, quien les ha instituido diáconos, en una ceremonia en la que concelebraba el provincial, Antonio España, numerosos jesuitas y los vicarios para la vida consagrada, Elías Royón y el P. Angel, agustino, de la vicaría octava de la diócesis madrileña. 

El cardenal enmarcó su homilía en el quinto centenario de la conversión de san Ignacio que estamos celebrando para que los ordenandos, al igual que Ignacio cambió sus sueños para servir al señor, se configuren con esta ordenación en “servidores de todos los hombres”. Ignacio “puso en el centro la experiencia personal de Jesucristo. Y lo hizo para salir con valentía, sabiduría (supo escuchar la voz de Dios en todas las circunstancias de su vida), con santidad”, afirmó d. Carlos Osoro, quien también invitó a los futuros diáconos a empaparse de la espiritualidad de la familia de la que forman parte, la Compañía de Jesús. Al hilo de las lecturas les instó a poner ante el Señor la disponibilidad total, a reconocer que esta llamada suya al diaconado es una gracia del Señor y no una conquista personal y a confiar en Él como los discípulos en la pesca milagrosa narrada en el evangelio. “Solo en el nivel profundo podemos encontrar lo mejor de nosotros mismos”, en el nivel en el que se deben echar las redes del Señor.  

Durante el rito de la ordenación, los ordenandos han sido preguntados sobre su elección para dar paso después a las letanías en la que los “elegidos” se han postrado en el suelo como expresión de total reverencia a Dios mientras se invocaba a los santos (incorporando ya al nuevo beato Rutilio Grande) como intercesores y se invitaba a rezar por los ordenandos. El rito esencial del sacramento, la imposición de manos del obispo, ha seguido a las letanías. Este signo indica la transmisión de un oficio, la comunicación de la fuerza y el don del Espíritu Santo para desempeñarlo debidamente. Después, a los recién ordenados, sus padrinos les han impuestos la estola, al modo diaconal y la dalmática. Y por último, antes de concluir el rito el obispo les ha entregado el libro de los Evangelios, del cual deben ser ahora mensajeros y les ha dado un abrazo de paz como bienvenida al orden de los diáconos. 

Las peticiones de la celebración se pronunciaron en los diferentes idiomas de los diáconos: italiano, árabe, inglés, indonesio y español. También algunas canciones fueron cantadas en otros idiomas, el inglés y el catalán. 

Al final de la ceremonia, Savio Fernández SJ y Paulus Hastra Kurdani, en representación de los ocho jesuitas venidos “desde Hollywood hasta Wolliwood” pronunciaron una acción de gracias muy centrada en sus formadores, jesuitas acompañantes, comunidades de acogida en sus estudios, a la universidad pontificia Comillas, en la que ese están formando, así como a las familias y a todos los presentes física y espiritualmente en la celebración.

Deseamos que logren estos diáconos imitar al Jesús expresado en el dibujo de la invitación de su orden: sencillo, cercano a los pobres y servidor de la casa común.

Ver fotografías en esta galería. Y vídeo resumen bajo estas líneas: 

 

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