
Encuentro de jesuitas en Loyola (I)
Esta semana tiene lugar la Asamblea de Jesuitas de la provincia de España. Unos 170 jesuitas de todas las comunidades -y otros cincuenta que lo siguen online- se han reunido en Loyola para este encuentro, que se produce en el contexto de la elaboración del nuevo proyecto apostólico.
LLEGADA (día 1)
Los superiores de comunidad fueron los primeros en llegar, para participar en una reunión dedicada a las plataformas apostólicas y la administración provincial. A lo largo de la tarde del miércoles 19 el resto de los asistentes a la reunión fueron llegando e instalándose en el centro de espiritualidad y en Arrupe. Algunos tuvieron ocasión de compartir la eucaristía, presidida por Antonio Bohórquez, antes de la cena. La cena fue el momento de encuentro, y tras ella se tuvo un buen rato informal en la solana. Tiempo de muchos reencuentros que se vivió con alegría y verdadero afecto

JUEVES (día 2)
Por la mañana tuvo lugar el primer momento formal con el que empezaba el trabajo. El Provincial, Enric Puiggròss, tuvo unas palabras de bienvenida. Juan Antonio Guerrero, que ha coordinado en los últimos meses al equipo preparador del encuentro, explicó la dinámica que van a tener estos días. A continuación Enric propuso unos puntos para la oración, animando a conectar con el latido profundo del cuerpo, a reconocer la paradoja de nuestra indignidad y nuestro ser vasijas de barro, y al mismo tiempo la fecundidad en lo que hacemos si lo hacemos desde ahí. También planteó algunas cuestiones para poder compartir el momento presente, expectativas, temores y lo que cada uno desea para la Compañía de Jesús.
Tras un rato largo de oración personal y el café de media mañana, continuó el encuentro en la asamblea. Juanjo Aguilar introdujo un vídeo sobre el “Buen trato” -en esta semana que en nuestras comunidades y obras se dedican a ello-. A continuación tuvo lugar un rato de ecos de la oración en asamblea, compartiendo distintas mociones personales, e insistiendo en algunos deseos para la provincia. Entre esos deseos: la petición de consolación, la búsqueda de profundidad y disponibilidad, el poder volver a la fórmula del instituto con libertad, la búsqueda de comunión, el poder acompasar deseos y nuestra realidad, la necesidad de fortaleza y resistencia en tiempos complejos, la lucidez para discernir en este momento lo que hay que hacer, la esperanza, la necesidad de vivir la reconciliación que es para nosotros misión, la referencia a Jesús como guía de nuestra misión, el que no nos vivamos como islas, sino como parte de un todo más amplio, el saber cómo compartir misión con otros, el no estar distraídos, la amistad con los pobres, que haya un realismo esperanzado y creativo en esta etapa que marca un cambio, la unión en el Espíritu, el que seamos más del Señor (pobres, servidores y descentrados), la confianza en que Dios nos guía -evocando la propia vivencia de Ignacio en Loyola-, encontrar mayor sencillez de vida religiosa, equilibrio entre pasión y libertad para no entramparnos en tener que mantener todo cuando a lo mejor ya ni podemos ni debemos.
Fue un rato muy bonito y hondo de puesta en común.
A continuación, Juan Pablo Rodríguez presentó los criterios que se han establecido para elaborar el nuevo proyecto apostólico de la Provincia; explicó las tres etapas del proceso de elaboración y en ellas los pasos que ya se han ido dando (1) Evaluar, examinar, redescubrir, leer el proyecto anterior (2) Reconocer y formular las llamadas de Dios -en esta etapa estamos ahora- (3) Formular.

El final de la mañana lo utilizó Juan Antonio Guerrero para plantear algunas notas sobre la conversación espiritual que va a ser la forma de aterrizar la reflexión en los próximos momentos del encuentro. A manera de prólogo habló de algunos rasgos de las Deliberaciones de los primeros jesuitas en 1539. También de la invitación de la Congregación General XXXVI a utilizar este instrumento. Algunos elementos fundamentales: abrirse (a uno mismo, a los otros, al mundo y a Dios); hablar y escuchar en pie de igualdad; evitar la auto-referencialidad; humildad; reconocer los movimientos interiores y discernirlos; renunciar a los afectos desordenados; disminuir el ruido exterior; dejarse afectar por el mundo sabiendo mirarlo. Y terminó explicando el método.
Tras la comida y el descanso, comenzó la sesión de la tarde, dedicada al bloque de la Transmisión de la fe. Álvaro Lobo y Gabino Uribarri lo introdujeron.
Lobo, desde la mirada a los colegios habló de tres etapas o tres lugares de la fe en lo educativo (1) lo obligatorio en una sociedad creyente (2) lo contingente y voluntario en un contexto de secularización (3) en el escenario de la postsecularización, la transmisión de la fe necesaria y orientada al seguimiento. Gabino, por su parte, partió del número 1 de la Fórmula del Instituto de la Compañía de Jesús para mostrar que la transmisión de la fe es inherente al carisma del jesuita. Se detuvo en la descripción de los ministerios propios ahí descritos. (La predicación de la palabra, los ministerios sacramentales y los ministerios de caridad definen un presbiterado a la apostólica). Mostró el paralelismo con los documentos del CVII, Christus Dominus y Presbyterorum Ordinis. También habló de la relación de esta ministerialidad con la necesidad de un laicado potente. Hizo una reflexión sobre lo que significa ser un cuerpo religioso, apostólico y sacerdotal. Planteó la pregunta de si esas tres dimensiones del ministerio (Palabra – Sacramentos-Caridad/justicia) fluyen suficientemente. Terminó relacionando este punto con el magisterio de Francisco.
Tras un rato de oración y un tiempo para café, comenzó la segunda parte de la tarde en grupos de entre 7 y 8 personas, para tratar de ir compartiendo ecos y ofreciendo alguna propuesta. De vuelta a la sala, tras leer los ecos de los grupos, se abrió un turno de palabra para dialogar sobre algunos aspectos de la transmisión de la fe. Reflexiones, entre otras, sobre la identidad, la necesidad de visibilizar en qué creemos, la importancia de compartir lo que está funcionando, el contexto en que estamos, el binomio fe-justicia, la confusión entre los qué y los cómo de la evangelización, los lenguajes, la concepción del sacerdocio, la oferta de profundidad, el trabajo con las familias, la conveniencia de hablar de evangelización.

Terminando la tarde, el grupo se juntó en la basílica para participar en la Eucaristía. El padre Modesto Vázquez Gundín, a sus 92 años (y 77 de Compañía) el más veterano de los participantes en la reunión, presidió la celebración. Su homilía fue una bonita mirada a las heridas. Las de Jesús, las de Ignacio, y las propias. Al hablar de su vida, fue recorriendo etapas, memorias y aprendizajes de sus destinos... con humor, con sentido y con hondura. Tanto que cuando acabó una ovación cerrada acompañó esa memoria compartida.
Tras la cena, termina de nuevo la jornada con un rato de encuentro en la solana.
Mañana más